Cuando se pisa el pedal del embrague, se interrumpe la conexión entre la transmisión del motor y las ruedas del vehículo. El disco de embrague se separa del volante, lo que permite cambiar de marcha. Al soltar el pedal del embrague, el par motor se transfiere a las ruedas, lo que impulsa el vehículo. El embrague y sus componentes son responsables de coordinar la transmisión entre el motor y las ruedas. Debido a su uso constante, estos componentes tienden a desgastarse rápidamente. Durante su funcionamiento, están expuestos a una alta fricción, lo que genera una gran cantidad de calor.
Pisar el pedal del embrague con demasiada frecuencia, de forma brusca, por períodos prolongados o conducir con el embrague medio acoplado puede provocar un exceso de calor y, en consecuencia, la quema del disco de embrague y las pastillas de fricción.
Causas más comunes de un embrague quemado:
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Conducir con medio embrague
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Maniobras frecuentes y bruscas
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Conducción en terrenos difíciles (por ejemplo, zonas montañosas)
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Conducción con carga excesiva
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Mantener el embrague presionado mientras se acelera sin estar en marcha
En resumen, el embrague es uno de los pocos componentes en un camión cuyo estado depende en gran medida de la habilidad y el estilo de conducción del conductor. Un olor característico similar al de frenos sobrecalentados es una señal clara que no debe ignorarse. Las pastillas de embrague quemadas pueden destruirse por completo, lo que lleva a la imposibilidad de arrancar o cambiar de marcha.
Un embrague quemado no puede cumplir su función correctamente y puede causar daños a la caja de cambios. Por eso, es importante observar su funcionamiento y detectar cualquier anomalía a tiempo.